La tenencia responsable en las aulas

En la tercera sesión de nuestro proyecto educativo, abordamos la tenencia responsable, un tema central en el bienestar animal, hablando de los animales domésticos y todo lo que implica su cuidado. A lo largo de la clase, analizamos la responsabilidad que supone convivir con un animal de compañía, los costes económicos asociados, las consecuencias del abandono y el papel esencial que desempeñan las protectoras.

 

¿Qué significa tener un animal de compañía?

De la domesticación al vínculo familiar

Comenzamos la sesión contextualizando el concepto de “domesticación” y, posteriormente, lo vinculamos con el de “animal de compañía”. Esta distinción nos permitió diferenciar entre un animal con fines utilitarios (como proteger, avisar o producir) y otro cuya función principal es ofrecer compañía y convertirse en un miembro más del núcleo familiar.

Trazamos una línea cronológica y cultural que ayudó al alumnado a entender que esta relación afectiva con los animales no ha sido siempre la norma, y que ha evolucionado con el tiempo y el contexto social.

 

Costes económicos y toma de decisiones conscientes

Gastos fijos y puntuales: ¿cuánto cuesta tener un animal?

Dividimos la clase en cuatro grupos: dos se encargaron de identificar los gastos fijos asociados a un animal de compañía, mientras que los otros dos investigaron los gastos puntuales (aquellos que no se repiten de forma cíclica). Después, compartimos todas las ideas en voz alta para llegar a un consenso sobre la diferencia entre ambos tipos de costes.

Una vez clara la distinción, reorganizamos los grupos según su categoría (fijos y puntuales) y les pedimos que investigaran el coste real tomando como ejemplo un perro de tamaño mediano.

A partir de esta actividad, se estimó un coste mensual aproximado de entre 100 y 130 euros por animal. A esta cifra habría que sumar el tiempo, la atención diaria, los paseos y la responsabilidad que implica tener un animal cuando viajamos o cambia nuestra rutina.

¿Todas las familias pueden asumir esa responsabilidad?

Para profundizar en esta reflexión, repartimos al alumnado cuatro fichas con diferentes situaciones familiares. Cada grupo debía argumentar en voz alta si esa familia podía permitirse tener un animal de compañía o no.

Era la primera vez que aplicábamos esta dinámica y el resultado fue muy positivo: generó un debate serio, consciente y realista sobre lo que implica realmente convivir con un animal, más allá de la ilusión o el afecto inicial.

 

Abandono animal: datos y protocolos

En la parte final de la sesión, analizamos los datos de abandono publicados por la Fundación Affinity y revisamos el protocolo que se sigue desde el momento en que se encuentra un animal abandonado hasta que llega a una protectora.

El alumnado pudo conocer de cerca todas las acciones que realiza una entidad de protección animal para garantizar el bienestar del animal rescatado y trabajar en su proceso de adopción y reintegración en un entorno familiar seguro.

 

Conclusión

Aunque creemos que todas las familias deberían tener la oportunidad de convivir con un animal de compañía, la realidad es que esta decisión conlleva una inversión económica, de tiempo y energía que no todas pueden asumir. Ser conscientes de estas limitaciones desde edades tempranas es clave para prevenir el abandono.

Además, existen otras formas de convivir con animales, como participar en actividades de voluntariado en protectoras, lo que permite disfrutar de su compañía sin asumir una responsabilidad que no se puede mantener.

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Voluntariado con adolescentes en la protectora

¿Puede un grupo de adolescentes convertirse en un equipo de voluntariado comprometido? Te contamos cómo fue nuestra experiencia con estudiantes de secundaria en la protectora: desde las dudas iniciales hasta los vínculos que crearon con los animales. Una historia real que demuestra que el cambio también empieza en las aulas.

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Trazamos una línea cronológica y cultural que ayudó al alumnado a entender que esta relación afectiva con los animales no ha sido siempre la norma, y que ha evolucionado con el tiempo y el contexto social.

 

Costes económicos y toma de decisiones conscientes

Gastos fijos y puntuales: ¿cuánto cuesta tener un animal?

Dividimos la clase en cuatro grupos: dos se encargaron de identificar los gastos fijos asociados a un animal de compañía, mientras que los otros dos investigaron los gastos puntuales (aquellos que no se repiten de forma cíclica). Después, compartimos todas las ideas en voz alta para llegar a un consenso sobre la diferencia entre ambos tipos de costes.

Una vez clara la distinción, reorganizamos los grupos según su categoría (fijos y puntuales) y les pedimos que investigaran el coste real tomando como ejemplo un perro de tamaño mediano.

A partir de esta actividad, se estimó un coste mensual aproximado de entre 100 y 130 euros por animal. A esta cifra habría que sumar el tiempo, la atención diaria, los paseos y la responsabilidad que implica tener un animal cuando viajamos o cambia nuestra rutina.

¿Todas las familias pueden asumir esa responsabilidad?

Para profundizar en esta reflexión, repartimos al alumnado cuatro fichas con diferentes situaciones familiares. Cada grupo debía argumentar en voz alta si esa familia podía permitirse tener un animal de compañía o no.

Era la primera vez que aplicábamos esta dinámica y el resultado fue muy positivo: generó un debate serio, consciente y realista sobre lo que implica realmente convivir con un animal, más allá de la ilusión o el afecto inicial.

 

Abandono animal: datos y protocolos

En la parte final de la sesión, analizamos los datos de abandono publicados por la Fundación Affinity y revisamos el protocolo que se sigue desde el momento en que se encuentra un animal abandonado hasta que llega a una protectora.

El alumnado pudo conocer de cerca todas las acciones que realiza una entidad de protección animal para garantizar el bienestar del animal rescatado y trabajar en su proceso de adopción y reintegración en un entorno familiar seguro.

 

Conclusión

Aunque creemos que todas las familias deberían tener la oportunidad de convivir con un animal de compañía, la realidad es que esta decisión conlleva una inversión económica, de tiempo y energía que no todas pueden asumir. Ser conscientes de estas limitaciones desde edades tempranas es clave para prevenir el abandono.

Además, existen otras formas de convivir con animales, como participar en actividades de voluntariado en protectoras, lo que permite disfrutar de su compañía sin asumir una responsabilidad que no se puede mantener.

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